Convocan a los cardenales: Cardenales de todo el mundo viajan a Roma para elegir un sucesor. El derecho de elegir al nuevo pontífice corresponde solo a los cardenales menores de 80 años y no puede ser superior a 120.
Cónclave: La elección se lleva a cabo mediante una reunión secreta que puede durar varios días. Los cardenales se recluyen en el Vaticano "bajo llave" y no se les permite ningún contacto con el exterior hasta que todo termine.
Antes de iniciarse la votación, el lugar es revisado por expertos en seguridad para evitar que haya cámaras o micrófonos ocultos.
Elección: La votación tiene lugar en la Capilla Sixtina. Cada cardenal escribe su voto en un trozo de papel y lo coloca sobre una bandeja. Luego todos los votos se vuelcan en un cáliz. Se cuentan los votos y se unen entre ellos con hilo y aguja. Al final de dos rondas de elección, los papeles se colocan en un hornillo y son quemados.
Desde la chimenea de la Capilla Sixtina se informa al mundo de la decisión. Humo blanco indica que sea nombrado Papa; el humo negro significa que ningún candidato ha logrado el número suficiente de votos.
Anuncio del nuevo Pontífice: El nombre del sucesor no se anuncia inmediatamente. Se anuncia desde el balcón de la Basílica de San Pedro una vez que todos los Cardenales han felicitado al nuevo Pontífice y le han arreglado la vestimenta. El nuevo Papa da la tradición bendición de Urbi et Orbi e inicia el nuevo papado.
118 cardenales elegirán al nuevo Pontífice
Un total de 118 cardenales decidirán en marzo y desde la Capilla Sixtina quién será el sucesor de Benedicto XVI al frente del Obispado de Roma, en lo que se conoce como 'Cónclave' o reunión del Colegio Cardenalicio de la Iglesia Católica Romana.
El proceso de votación en el cónclave se divide en tres partes:
- Pre-escrutinio: (donde se preparan las papeletas y se elige, entre otros puntos, quién será el encargado de leerlas).
- Escrutinio propiamente dicho.
- Post-escrutinio: donde se recuentan los votos y queman las papeletas.
Con ello, en la tarde del primer día se realiza un escrutinio, que se repetirá hasta en los tres días siguientes, dos veces por la mañana y otras dos por la tarde, hasta que no se consiga la citada mayoría de dos tercios.
"Si al cabo de tres días no se ha conseguido el sucesor se convoca un día para el retiro y la oración de los cardenales", pudiendo llegar hasta las 21 votaciones. En el caso de que no se pongan de acuerdo, el escrutinio vuelve a interrumpirse y se prosigue con los dos cardenales que hayan obtenido mayor número de votos. Estos dos cardenales "tienen voz pasiva y no pueden votar".
Fumata blanca o fumata negra
Los escrutadores hacen la suma de todos los votos que cada uno ha obtenido, y si ninguno ha alcanzado los dos tercios de los votos en aquella votación, el Papa no ha sido elegido; en cambio, si resulta que alguno ha obtenido los dos tercios, se tiene por canónicamente válida la elección del Romano Pontífice.
Inmediatamente después, los escrutadores proceden a quemar las papeletas. Si la votación no ha sido fructífera las papeletas se queman con paja húmeda y se crea la "fumata negra", símbolo de que no ha habido consenso.
En cambio, en el caso de que se haya conseguido la mayoría de los dos tercios para contar con un nuevo obispo de Roma se producirá la "fumata blanca", una columna de humo blanco que sale de la Capilla Sixtina al terminar la exitosa ronda de votación.
Posteriormente, tendrá lugar la proclamación del mismo desde el balcón de la Basílica de la plaza de San Pedro del Vaticano, con el "Habemus Papam", una expresión en latín para significar que ya se ha proclamado un nuevo Papa, donde ya el nuevo Santo Padre impartirá su primera bendición "Urbi et Orbe".
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