“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” Mt 18,5
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MIÉRCOLES DE CENIZA



 Iniciamos el camino hacia la Pascua.  La ambientación  propia  de  este tiempo  tiende a ser  más austera, se  hace presente el color morado, las flores disminuyen , el aleluya se reemplaza por  cantos  propios del tiempo  cuaresmal.
Al comienzo de la celebración se omite el acto penitencial: se reza o canta, por tanto, el Señor ten piedad, sin intenciones.
El signo que identifica el inicio de la Cuaresma es la ceniza. En la imposición tenemos dos fórmulas, igualmente tradicionales: "Conviértete   y cree en  el Evangelio" o “Acuérdate de que eres polvo y al polvo volverás”

  • La ceniza expresa nuestro verdadero deseo de convertirnos, de mejorar actitudes en relación a Dios y a nuestros hermanos.
  • La ceniza es símbolo de nuestra fragilidad y limitación humana. Ser consciente de que un día dejaremos de  existir, implica el querer aprovechar nuestra vida para llevar a cabo el plan de Dios, el saber descubrir la verdadera escala de valores en nuestra vida, el comprometernos para crear un mundo más humano, más justo y más cristiano.
  • La recepción de la ceniza es un acto personal y voluntario. Esto significa el movimiento personal de la conversión que se realiza bajo la gracia y la misericordia de Dios.
  • La imposición de la ceniza es también un acto eclesial. Se recibe en una celebración comunitaria, junto con otros miembros de la Iglesia. Es también toda la Iglesia quien intensifica en este periodo su estado de conversión y purificación.
 En estos cuarenta días reconocemos, de una manera más profunda, que hemos fallado al amor de Dios y arrepentidos buscamos la manera de corregirnos. Renovamos el compromiso de vivir según el Evangelio, por eso la Cuaresma es tiempo de oración, de reflexión, de penitencia, de ayuno y vigilia.


LA CONVERSIÓN Y SUS OBRAS

Las lecturas  de  este tiempo nos guían para comprender lo que Dios quiere de nosotros. Reflexionar que este camino de conversión tiene como objetivo una triple dirección

  • Apertura  hacia los  demás especialmente a los más  necesitados a través de la limosna  que es ante  todo caridad,  perdón, comprensión  amabilidad, respeto.

  • Apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación,

  • Ayuno, que es autocontrol, búsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados.

Las tres direcciones, que son como el resumen de la vida y la enseñanza de Cristo, nos ayudan a reorientar nuestra vida en clave pascuaL.
Fuente: http://www.mercaba.org/

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