Iniciamos el camino hacia la Pascua. La ambientación propia
de este tiempo tiende a ser
más austera, se hace presente el
color morado, las flores disminuyen , el aleluya se reemplaza por cantos propios del tiempo cuaresmal.
Al comienzo de la celebración se omite el
acto penitencial: se reza o canta, por tanto, el Señor ten piedad, sin
intenciones.
El signo que identifica el inicio de la
Cuaresma es la ceniza. En la imposición tenemos dos fórmulas, igualmente
tradicionales: "Conviértete y cree en el Evangelio" o “Acuérdate de que eres
polvo y al polvo volverás”
- La ceniza expresa nuestro verdadero deseo de convertirnos, de mejorar actitudes en relación a Dios y a nuestros hermanos.
- La ceniza es símbolo de nuestra fragilidad y limitación humana. Ser consciente de que un día dejaremos de existir, implica el querer aprovechar nuestra vida para llevar a cabo el plan de Dios, el saber descubrir la verdadera escala de valores en nuestra vida, el comprometernos para crear un mundo más humano, más justo y más cristiano.
- La recepción de la ceniza es un acto personal y voluntario. Esto significa el movimiento personal de la conversión que se realiza bajo la gracia y la misericordia de Dios.
- La imposición de la ceniza es también un acto eclesial. Se recibe en una celebración comunitaria, junto con otros miembros de la Iglesia. Es también toda la Iglesia quien intensifica en este periodo su estado de conversión y purificación.
En estos cuarenta días reconocemos,
de una manera más profunda, que hemos fallado al amor de Dios y arrepentidos
buscamos la manera de corregirnos. Renovamos el compromiso de vivir según el
Evangelio, por eso la Cuaresma es tiempo de oración, de reflexión, de
penitencia, de ayuno y vigilia.
LA CONVERSIÓN Y SUS OBRAS
Las lecturas de
este tiempo nos guían para comprender lo que Dios quiere de nosotros. Reflexionar
que este camino de conversión tiene como objetivo una triple dirección
- Apertura hacia los demás especialmente a los más necesitados a través de la limosna que es ante todo caridad, perdón, comprensión amabilidad, respeto.
- Apertura a Dios, que es escucha de la Palabra, oración personal y familiar, participación más activa y frecuente en la Eucaristía y el sacramento de la Reconciliación,
- Ayuno, que es autocontrol, búsqueda de un equilibrio en nuestra escala de valores, renuncia a cosas superfluas, sobre todo si su fruto redunda en ayuda a los más necesitados.
Las tres direcciones, que son como el resumen
de la vida y la enseñanza de Cristo, nos ayudan a reorientar nuestra vida en
clave pascuaL.
Fuente: http://www.mercaba.org/
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