“Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.” Mt 18,5
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JESÚS HABLABA EN PARÁBOLAS

Parábola: es una palabra de origen griego que significa comparación, semejanza. Evoca un ambiente, describe una acción y sus consecuencias. Describe un dilema moral, un conflicto, sobre el que hay que pronunciarse y enfrentarse finalmente a ese resultado.

La parábola es un breve relato con un doble significado.
Jesús predica utilizando parábolas, es decir, ejemplos vivos, imágenes tomadas de la vida ordinaria, dándoles contenidos ricos y amplios. Su arte consiste en arrastrar a quienes lo escuchan a entrar en el juego del relato, a que tomen partido y puedan decidir que comportamiento seguir. Las parábolas no son sólo un medio de información: Jesús hace de ellas un medio de acción.

A nivel superficial, la parábola habla de siembra o de ganados, por ejemplo; pero en un nivel más profundo apunta a algo diferente y exige, por tanto, una interpretación.
La parábola busca siempre la participación del lector en el reino, y la parábola es un relato muy apropiado para desencadenar tal proceso. Por eso se dice que Jesús ha contado parábolas no tanto para enseñar algo a sus oyentes cuanto para cambiar algo en sus vidas.

La parábola se presenta así como una pregunta a la que se invita a responder, sin imponerse autoritativamente. Esperando que la respuesta adecuada cierre la dinámica iniciada por el relato de Jesús. «La respuesta del lector completa el significado de la parábola”.

La parábola busca, pues, desencadenar un proceso de transformación de la persona debido a la irrupción del reino de Dios en la historia humana. Este proceso transformativo se va a manifestar en las tres dimensiones temporales en las que vive la persona en este mundo:

Se trata de romper con un pasado que no se ajusta al reino que viene.
Se pide una decisión en el momento presente, que posibilite el reinado de Dios y nos transforme en «criaturas nuevas», algo que no basta con nuestras simples ganas o deseos, sino que es obra del Espíritu.
Por último, se abre ante nosotros un mundo nuevo, un futuro soñado, una nueva posibilidad de existencia que se anunciaba en la predicación del reino de Jesús y busca llevar a la persona a su plenitud.

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